En el pasado, la cerámica fue uno de los medios favoritos para expresar la identidad de los pueblos. En el Norte Grande, pese a que las culturas de Arica y San Pedro se desarrollaron en relativa cercanía, la primera optó por cerámicas de múltiples colores; la segunda, en cambio, las prefirió de un solo color. Al parecer, mientras más cercanos vivían unos de otros, más necesitaban diferenciarse.