Estas flautas de piedra, denominadas antaras, pertenecieron a la cultura Aconcagua. El diseño y la afinación de sus tubos producen un sonido muy particular, llamado “sonido rajado”, el cual seguramente se relaciona con el contexto ritual en que eran utilizadas. Hoy, flautas muy similares sobreviven en los “bailes chinos” (del quechua, chino: sirviente), en los que campesinos, mineros y pescadores rinden culto a los santos patronos. Las flautas actuales son de madera y tienen un solo tubo, pero suenan igual a las antiguas antaras aconcagüinas.