A fines del siglo xviii, la joyería en plata floreció en la Araucanía. Su rica variedad de estilos y originales formas marcan el apogeo de la riqueza y el poder de la sociedad mapuche. Por entonces, este pueblo se movía libremente por un amplio territorio, que alcanzaba hasta las pampas argentinas, dominando el comercio de ganados y caballares en las plazas comerciales fronterizas. Las monedas de plata que ganaban se convirtieron en símbolos de poder y prestigio y, transformadas en joyas, comenzaron a ser usadas como ornamentos por las esposas de los lonkos o jefes.