El modelado de cabezas humanas es frecuente en las primeras cerámicas de la Zona Central. Algunos rasgos faciales se repiten en muchas de ellas: cejas y narices prominentes formando una “T”, ojos y labios protuberantes que semejan “granos de café”. Es posible que estas caras representen el tipo físico de los habitantes de esa época, la forma como ellos se veían a sí mismos, su ideal de belleza o simplemente sean el producto de la imaginación de los alfareros.